sábado, 27 de agosto de 2011

RESUMEN DEL DISCURSO DEL MÉTODO DE René Descartes


DISCULRSO DEL MÉTODO

El Discurso del método (Le Discours de la Méthode en francés), cuyo nombre completo es Discurso del método para conducir bien la propia razón y buscar la verdad en las ciencias es la principal obra escrita por René Descartes y una obra fundamental de la filosofía occidental con implicaciones para el desarrollo de la filosofía y de la ciencia.
Se publicó de forma anónima en Leiden (Holanda) en el año 1637. Constituía, en realidad, el prólogo a tres ensayos: Dióptrica, Meteoros y Geometría; agrupados bajo el título conjunto de Ensayos filosóficos.
Descartes tituló esta obra Discurso del método con una finalidad precisa. En una carta que dirige a Marin Mersenne le explica que la ha titulado Discurso y no Tratado para poner de manifiesto que no tenía intención de enseñar, sino sólo de hablar. Con esto Descartes trata de alejarse de cualquier problema que pudiese surgir con sus contemporáneos por las ideas vertidas en esta obra y además escapa así de una posible condena eclesiástica como había ocurrido poco tiempo antes con Galileo y cuyas ideas Descartes no consideraba desacertadas.

COMENTARIO. 4º parte, párrafo 2. DISCURSO DEL MÉTODO
I)
Se trata de un texto de carácter ontológico fundamentalmente, aunque, con
consideraciones epistemológicas. Es la duda como acto de pensamiento (aspecto
epistemológico) lo que le conduce a la afirmación de que él existe como substancia
(aspecto ontológico)
Descartes nos presenta qué le conduce a concebir la existencia de sí mismo como
substancia mental, independiente del cuerpo y del resto del mundo físico.
II)
Se puede dividir en dos partes bastante claras. La primera iría hasta la línea 8 (hasta
“...no tenía ya razón alguna para creer que yo fuese”) y la segunda desde ahí hasta el
final.
En la primera parte destaca que es la duda y la reflexión sobre la duda, es decir el
pensamiento, la actividad de pensar, la que le permite descubrir que hay algo indudable y
esto es que él existe como cosa pensante, hasta el punto de que con sólo dejar de pensar
pierde la posibilidad de identificarse a sí mismo como algo real que piensa. A su vez, la
actividad de pensar es lógicamente independiente (no requiere para ser concebida de la
idea de ninguna otra realidad o ámbito ontológico) de que exista el mundo o la extensión
[“podía fingir que no tenía cuerpo y que no había mundo ni lugar alguno en el que yo me
encontrase”] Pero con sólo dejar de pensar ya era imposible concebirse a sí mismo. Esto
le permite descubrir que la noción de sí mismo es inseparable de la de pensamiento. Son
dos nociones lógicamente inseparables, no pueden concebirse de forma independiente.
Por eso el atributo esencial del alma es el pensamiento.
Por tanto, y esta es la segunda parte, afirma que su naturaleza ontológica, la manera en
que se da su existencia, es pensamiento, y el pensamiento no necesita de nada físico.
Por tanto, lo que es el sujeto es esencialmente un alma inmaterial, que me hace “ser lo
que soy”, mi identidad como persona, y ello es enteramente distinto del cuerpo. El cuerpo
es extenso, pero el alma no supone la extensión, como ya ha dicho en la primera parte.
Por tanto, es más fácil de conocer que el cuerpo: hay un acceso privilegiado del yo a sus
propios contenidos mentales, a sus propios estados mentales: pensamientos, deseos,
dolores, placeres, todo lo que constituye la vida mental subjetiva y privada de cada
persona. El alma permanecerá inaccesible al investigador que con los métodos propios de
la ciencia natural pretenda violar la intimidad del sujeto. [Algunos filósofos han inventado,
como experimento mental, el cerebroscopio, un aparato imaginario que permitiría escrutar
nuestros pensamientos una vez que nos lo colocasen en la cabeza. Pero como los
pensamientos tienen lugar en el alma, ningún cerebroscopio podrá nunca registrar nuestra
vida mental, si no queremos compartirla. Por tanto, el ámbito de lo mental es el de la
privacidad más absoluta, a diferencia del ámbito de lo físico, que es público y accesible a
todos] Podrá verse qué ocurre en el cerebro, pero no qué contenido mental tienen esos
sucesos cerebrales. Esto es algo espiritual.
Esta es la base del dualismo ontológico de Descartes. Puesto que son substancias
independientes, “aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es”

El propio René Descartes, como aparece en el prefacio, divide su Discurso en seis partes:

[editar]Primera parte
Constituye una autobiografía intelectual en la que Descartes pone en duda todos los conocimientos aprendidos a lo largo de su educación. En esta primera parte Descartes propone un nuevo método para llegar a un saber que sea seguro. Al mismo tiempo realiza una rotunda crítica de las ciencias y de la filosofía escolástica de su tiempo. Tras este rechazo admite que sólo las matemáticas y el conocimiento de otras personas, mediante los viajes, ofrecen un saber seguro, pero Descartes termina rechazando también los viajes debido a que las contradicciones que existen entre unos pueblos y otros no le permiten descubrir la verdad. Concluye diciendo que la única forma de encontrar la verdad es en uno mismo.
[editar]Segunda parte
Al principio de esta segunda parte nos habla del invierno en el que junto a una estufa dispuso de la tranquilidad necesaria para empezar a elaborar su método. Señala a continuación que las ciencias al haber sido realizadas por múltiples autores, cada uno con su diferente opinión, no son portadoras de un verdadero saber. Propone renunciar a esta diversidad de opiniones que nos han sido enseñadas y en su lugar elegir otras con nuestra propia razón, ya que las creencias a las que nos han educado desde nuestro nacimiento dependen del entorno en el que hayamos nacido y de las personas que nos las hayan inculcado. Debemos reformar estas creencias distinguiendo lo verdadero de lo falso pero manteniendo un cimiento personal. Descartes aclara que esta reforma no está encaminada a reformar la enseñanza oficial, ni el orden social, sino que sólo expone cómo él ha llevado a cabo una reforma de su propio pensamiento. Una vez aclarado esto, toma la decisión radical de dudar de forma metódica y provisional de todo lo que le rodea. A continuación expone de forma muy breve los fundamentos de su nuevo método, los cuales ha encontrado en la lógica, en el análisis geométrico y en el álgebra. Estos fundamentos son tan sólo cuatro reglas:
“El primero, no admitir jamás cosa alguna como verdadera sin haber conocido con evidencia que así era."
“El segundo, en dividir cada una de las dificultades que examinare, en tantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución.”
“El tercero, en conducir con orden mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente"
“Y el último, en hacer en todo recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada."
[editar]Tercera parte

Descartes en la segunda parte había establecido la duda metódica para poder llegar a la verdad, pero él explica, en la tercera parte que, mientras se dedica a dudar de todo, tiene que crear una moral provisional que rija su vida. Esta moral provisional tenía una serie de máximas.
La primera consistía en obedecer las leyes y costumbres de su país, conservar la religión y guiarse por las opiniones más moderadas.

La segunda máxima consistía en ser lo más firme y lo más decidido en las acciones y en seguir, con no menos firmeza, las opiniones más dudosas como si hubieran sido verdaderas.
La tercera máxima consistía en cambiar los propios deseos antes que el orden del mundo. Afirma que nada excepto los pensamientos están enteramente en nuestro poder.
Como conclusión a su moral provisional el primer pensador moderno decide dedicar toda su vida a cultivar la razón y a avanzar en el conocimiento mediante el uso de su método. Para ponerlo en práctica, Descartes decide ponerse a viajar y conversar con los hombres. Durante nueve años se encarga de esta tarea. Sin embargo, durante este tiempo aunque avanza mucho en el conocimiento de la verdad no consigue encontrar los fundamentos de una filosofía “más cierta que la vulgar”. Para realizar esta nueva filosofía se dirige hacia Holanda huyendo de la Guerra de los Treinta Años que le ofrece el marco ideal para dedicarse a esta tarea.
[editar]Cuarta parte
La cuarta parte es el capítulo central del Discurso del método y en ella Descartes crea una nueva filosofía. Crea un primer principio para su nueva filosofia. "Pienso, luego existo": a partir de este primer principio Descartes establece la existencia de Dios.
El primer argumento que da para justificar la existencia de Dios es, que si tenemos conciencia de nuestra naturaleza imperfecta, es porque sabemos en qué consiste una naturaleza perfecta.
El segundo argumento parte de nuestra propia imperfección, puesto que, si nosotros que conocemos lo que es perfecto, nos hubiésemos creado a nosotros mismos como seres perfectos. Por lo tanto se requiere un creador de nuestro ser, que tiene en sí esas perfecciones, Dios, del cual depende todo y sin el cual nada podría existir.
El último argumento que da para justificar la existencia de Dios es que Dios, entendido éste como la perfección, es lo mayor que puede pensarse. Dios tiene que existir ("argumento ontológico" - tomado de San Anselmo) puesto que si no, podría pensarse en algo más perfecto y entonces, eso sería Dios.
La existencia de Dios a su vez nos demuestra la existencia del mundo, puesto que Dios al ser infinitamente bueno y veraz no puede permitir que nos engañemos al creer que el mundo no existe, es así como Dios nos garantiza la evidencia de nuestras ideas.
Pero Descartes, al final, aún teniendo en cuenta lo dicho, afirma que es nuestro deber y no el de Dios, liberarnos de las ilusiones y evitar los errores.
[editar]Quinta parte
En este capítulo explica brevemente el contenido de Le monde. Aborda la explicación de la formación del mundo organizándolo todo en torno al problema de la luz: el sol la produce, los cielos la transmiten, la tierra y los planetas la reflejan, y el hombre es su espectador.
Tras esto establece las principales funciones del ser vivo. Sostiene que el corazón se dilata y se contrae debido al calor que emana y gracias a eso los “espíritus animales” son transportados a los diferentes órganos. Por último, Descartes prueba la distinción del hombre frente a los animales porque éstos carecen de pensamiento o alma racional. Afirma que el organismo de los animales es sólo una compleja máquina automática. Se explica que los animales si tienen alma, sin embargo es inferior a la humana dado al nivel cognitivo de los animales comparado al humano, a causa de que los animales no hacen uso de la razon, y que el alma del hombre es independiente del cuerpo e inmortal.
[editar]Sexta parte
En este último capítulo Descartes establece una serie de reflexiones sobre el alcance de la investigación científica e incluso se cuestiona la publicación de sus investigaciones sopesando las razones a favor y en contra. Así, en primer lugar, el progreso de la ciencia reporta múltiples beneficios materiales y morales. En segundo lugar, el progreso científico necesita la comunicación de las experiencias de otras personas.
Por el contrario, Descartes es reacio a la publicación de sus investigaciones, porque éstas pueden verse mezcladas en grandes controversias con el espíritu religioso emanado de los teólogos de la época, que lo llevarían a malgastar su tiempo
Todas estas razones llevan a Descartes a publicar tan sólo el Discurso del método y los ensayos que lo acompañan. Ya, al final de la obra, afirma que va a consagrarse a la medicina y de nuevo afirma que él no quiere ser importante en el mundo, para poder así dedicarse al estudio sin obstáculos y sin distracciones.
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1 comentario:

  1. EL DISCURSO DEL MÉTODO DE René Descarte cosiste en dudar de las cosas que hemos aprendido, según la cua, hay que dividir las cosas en cuanta parte sean posible, de modo que personalmente, el individuo pueda extraer de las cosas su propia convicción o verdad.

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