domingo, 28 de agosto de 2011

BREVE ANÁLISIS DE LA OBRA "El Principe" de Nicolas Maquiavelo

En muchas partes de Latinoamerica se liga a la Politica con la peor cara del ser humano, pues las practicas humanas en politica no han sido nada santas, y al politico vivo, audaz y adulador se le llama "maquiavelico", remorando a Nicolas Maquiavelo, autor de la obra politica "El Principe".

Aqui les dejo este articulo que encontre sobre la obra El Principe, el cual es un buen resumen de la obra, y lo hace sin entrar en muchos detalles, yendo al grano. Le he puesto solo subtitulos para aligerar la lectura.

Introduccion
"Obra escrita durante 1513 y publicada por primera vez en 1532, cinco años después de la muerte de su autor. Dedicada a Lorenzo de Médici, donde el autor reflexiona a lo largo de veintiséis capítulos acerca de las cualidades necesarias para que un gobernante o “príncipe” asegure su poder.

TIPOS DE PRINCIPADOS
"En los primeros capítulos clasifica los tipos de principados, según su opinión, y las características y exigencias de cada uno, que determinan las medidas a tomar por el nuevo gobernante para garantizar su poderío. Estos principados son los hereditarios –que son los mas fáciles de conservar- y los nuevos, que sino son del todo nuevos, se llaman mixtos.

Estos dos últimos se caracterizan por la forma de adquirirse y que puede ser: por medio de las armas propias y talento personal –que son los mas seguros-, por medio de armas y fortunas de otros –que son inseguros-, por medio de crímenes y los últimos que son por medio del favor de los conciudadanos, que es llamado principado civil y que es impuesto ya sea por el pueblo o por los nobles, según que la ocasión se presente a unos o a otros.

Concluye que un príncipe debe vivir en la nueva provincia para asegurar la posesión al identificar desórdenes a tiempo, integrar colonias y desaparecer por completo a la dinastía derrotada para evitar levantamientos, además de cuidarse de extranjeros poderosos que puedan intentar una sublevación.

TIPOS DE GOBIERNO
Respecto a los tipos de gobiernos, considera dos: los asistidos por siervos, donde el príncipe tiene mayor autoridad y le serán fieles si no los oprime, y el asistido por nobles, siempre fáciles de sobornar por su descontento; el consejo al gobernante es recordar que no puede cambiar a todos sus súbditos, pero sí puede cambiar o crear nuevos nobles.

Para gobernar plenamente a una ciudad o principado que antes de la conquista se regía por sus propias leyes, contempla tres reglas: primero, destruirlo; después, radicar en él; finalmente, regirlo por sus propias leyes, obligarlo a pagar tributo e integrar un gobierno con pocas personas de entre sus mismos ciudadanos. El gobernante que menos confía en la suerte conserva mejor su conquista.


Imponer nuevas leyes es difícil y peligroso, por lo que debe hacerse con habilidad. Es fácil convencer al pueblo de algo, pero difícil mantenerlo en la convicción. El príncipe nuevo debe deshacerse de enemigos, conquistar amigos, hacerse amar o temer de los súbditos, hacerse respetar y obedecer por sus ejércitos, disolver milicias infieles, reemplazar antiguas leyes y conservar la amistad de los poderosos. Para conservar el poder, los actos criminales deben ejecutarse de una sola vez para evitar intranquilidad y desconfianza.

Las fuerzas de todos los principados se miden en base: si un príncipe posee un Estado tal que pueda, en caso necesario, sostenerse por si mismo, o si tiene, en tal caso, que recurrir a la ayuda de otros, y esto ultimo puede ser fatal para el principado. Se considera capaces de sostenerse por si mismos a los que, o por abundancia de hombres o de dinero, pueden levantar un ejercito respetable y presentar batalla a quienquiera que se atreva a atacarlos; y se considera que tienen siempre necesidad de otros a los que no pueden presentar batalla al enemigo en campo abierto, sino que se ven obligados a refugiarse dentro de sus muros para defenderlos.

También existen los principados eclesiásticos, respecto a los cuales todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues se adquieren o por valor o por suerte y se conservan sin el uno ni la otra, dado que se apoyan en antiguas instituciones religiosas que son tan potentes y de tal calidad que mantienen a sus príncipes en el poder sea cual fuere el modo en que estos procedan y vivan.

Estos son los únicos que tienen Estados y no los defienden; súbditos y no los gobiernan. Y los Estados, a pesar de hallarse indefensos, no les son arrebatados, y los súbditos, a pesar de carecer de gobierno, no se preocupan, ni piensan, ni podrían sustraerse a su soberanía. Son, por consiguiente, los únicos principados seguros y felices.

LAS LEYES Y LAS TROPAS
Los cimientos indispensables a todos los Estados nuevos, antiguos o mixtos, son las buenas leyes y las buenas tropas.

Las diferentes clases de tropas con que un príncipe defiende su Estado son propias (las mas seguras), mercenarias, auxiliares o mixtas (todas estas, inseguras).

Si el príncipe posee un Estado, se sostiene a sí mismo con un ejército respetable e integrado por sus propios súbditos, y una ciudad bien fortificada. Sólo los principados eclesiásticos pueden prescindir de la milicia, pues su poder radica en la religión. El príncipe sólo debe preocuparse por su ejército, pues no debe delegar su control en nadie. En tiempos de paz, debe ejercitarse con la acción y con el estudio.

COMO DEBE SER UN GOBERNANTE
Entre las cualidades de un gobernante, aquellas apreciadas entre el común de la población generalmente resultan ineficaces en un gobernante; es mejor ser temido que ser amado, ser tacaño que practicar la prodigalidad. Por ello, el gobernante debe aparentar todas las virtudes, pero practicarlas lo menos posible y con inteligencia, evitando el odio de su pueblo a toda costa. Así, reflexiona en la necesidad de que el príncipe siempre tenga en cuenta el bienestar de sus súbditos al tomar decisiones, y beneficiar a las mayorías pues los amigos huyen en la lucha. Un príncipe nuevo debe armar a sus súbditos: los recelosos se vuelven fieles, los fieles se mantienen y los súbditos se vuelven sus partidarios.

En la elección de ministros debe favorecerse a los que disciernen por sí mismos sobre los que disciernen por otros y evitar tanto a quienes no disciernen en absoluto como a los que sólo piensan en su propia ganancia. Asimismo, es vital cuidar del bienestar de sus ministros para asegurar su lealtad y debe pedir consejo sólo cuando él y no otros lo considere necesario, y entonces preguntar a menudo, escuchar con paciencia y ofenderse si le mienten.

Concluye que la fortuna sólo rige la mitad de los resultados, y la otra mitad la determinan los actos humanos. Es preferible ser impetuoso y no cauto, pues la fortuna varía.

CONCLUSION PERSONAL
Pienso que el contenido del libro El Príncipe, que es un análisis de cómo funciona el Estado, sirvió mucho de guía en su tiempo y que incluso algunos detalles ahí escritos pueden ser útiles y que se aplican en la actualidad.

También ahora podemos comprender, con la lectura de este libro, de donde proviene el uso del calificativo “Maquiavélico”, ya que se refiere a la acción premeditada en beneficio propio.

En especial, es un libro muy interesante y recomendado para aumentar nuestro acervo cultural."

CITAS DEL LIBRO “EL PRÍNCIPE”

Resistencia a los cambios
Los hombres viven tranquilos si se les mantiene en las viejas formas de vida. La incredulidad de los hombres, hace que nunca crean en lo nuevo hasta que adquieren una firme experiencia de ello. La naturaleza de los pueblos es muy poco constante: resulta fácil convencerles de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos.

La venganza
A los hombres se les ha de mimar o aplastar, pues se vengan de las ofensas ligeras ya que de las graves no puede: la afrenta que se hace a un hombre debe ser, por tanto, tal que no haya ocasión de temer su venganza.

Cuando iniciar el combate
No se debe jamás permitir que se continúe con problemas para evitar una guerra porque no se la evita, sino que se la retrasa con desventaja tuya.

Imitar a los grandes hombres
Un hombre prudente debe discurrir siempre por las vías trazadas por los grandes hombres e imitar a aquellos que han sobresalido extraordinariamente por encima de los demás, con el fin de que, aunque no se alcance su virtud algo nos quede sin embargo de su aroma.

Las recompensas
Quien cree que nuevas recompensas hacen olvidar a los grandes hombres las viejas injusticias de que han sido víctimas, se engaña.

La crueldad
Se puede hacer un buen o mal uso de la crueldad. Bien usadas se pueden llamar aquellas crueldades (si del mal es lícito decir bien) que se hacen de una sola vez y de golpe, por la necesidad de asegurarse, y luego ya no se insiste más en ellas, sino que se convierten en lo más útiles posible para los súbditos. Mal usadas son aquellas que, pocas en principio, van aumentando sin embargo con el curso del tiempo en lugar de disminuir.

Las injusticias y los favores
Las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores se deben hacer poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor. Los hombres, cuando reciben el bien de quien esperaban iba a causarles mal, se sienten más obligados con quien ha resultado ser su benefactor, el pueblo le cobra así un afecto mayor que si hubiera sido conducido al Principado con su apoyo.

Prudencia
El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente.

El arte de la guerra
Un príncipe que no se preocupe del arte de la guerra, aparte de las calamidades que le pueden acaecer, jamás podrá ser apreciado por sus soldados ni tampoco fiarse de ellos.

Lo que se debe hacer
Quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende antes su ruina que su preservación.

Generosidad
Hay que ser liberal con todos aquellos a quienes no quita nada - que son muchísimos - y tacaño con todos aquellos a quienes no da, que son pocos.
Con aquello que no es tuyo ni de tus súbditos se puede ser considerablemente más generoso. El gastar lo de los otros no te quita consideración, antes que la aumenta.

Castigos
Con poquísimos castigos ejemplares será más clemente que aquellos otros que, por excesiva clemencia, permiten que los desórdenes continúen, de lo cual surgen siempre asesinatos y rapiñas.

Naturaleza humana
Se puede decir de los hombres lo siguiente: son ingratos, volubles, simulan lo que no son y disimulan lo que son, huyen del peligro, están ávidos de ganancia; y mientras les haces favores son todos tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, la vida y los hijos cuando la necesidad está lejos; pero cuando ésta se te viene encima vuelven la cara. Los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.
La naturaleza de los hombres es contraer obligaciones entre sí tanto por los favores que se hacen como por los que se reciben.

Evitar el odio del pueblo
El príncipe debe hacerse temer de manera que si le es imposible ganarse el amor del pueblo consiga evitar el odio, porque puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado. El príncipe debe evitar todo aquello que lo pueda hacer odioso o despreciado.

Fidelidad a la palabra dada
No puede un señor prudente - ni debe- guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se vuelve en contra suya y han desaparecido los motivos que determinaron su promesa. Si los hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero- puesto que son malos y no te guardarían a ti su palabra- tú tampoco tienes por que guardarles la tuya.

Delegar las medidas impopulares
Los príncipes debe ejecutar a través de otros las medidas que puedan acarrearle odio y ejecutar por sí mismo aquellas que le reportan el favor de los súbditos. Debe estimar a los nobles, pero no hacerse odiar del pueblo.

Entretener al pueblo
Se debe entretener al pueblo en las épocas convenientes del año con fiestas y espectáculos.

Alianzas
Hay que guardarse de entablar una alianza con alguien mas poderoso que tu para atacar a otros, a no ser que te veas forzado a ello. La razón es que en caso de victoria te haces su prisionero y los príncipes deben evitar en la medida de lo posible el estar a discreción de los demás. También se adquiere prestigio cuando se es un verdadero amigo y un verdadero enemigo, es decir, cuando se pone resueltamente en favor de alguien contra algún otro. Esta forma de actuar es siempre más útil que permanecer neutral, porque cuando dos estados vecinos entran en guerra, como son de tales características que si vence uno de ellos haya de temer al vencedor. El vencedor no quiere amigos dudosos que no lo defiendan en la adversidad; el derrotado no te concede refugio por no haber querido compartir su suerte con las armas en la mano.

Prestigio
Ayuda también bastante dar ejemplos sorprendentes en su administración de los asuntos interiores, de forma que cuando algún subordinado lleve a cabo alguna acción extraordinaria (buena o mala), se adopte un premio o un castigo que de suficiente motivo para que se hable de él. Hay que ingeniárselas, por encima de todo, para que cada una de nuestras acciones nos proporcionen fama de hombres grandes y de ingenio excelente. Hay muchas gentes que estiman que un príncipe sabio debe, cuando tenga la oportunidad, fomentarse con astucia alguna oposición a fin de que una vez vencida brille a mayor altura su grandeza.

Elección y manejo de consejeros
No hay otro medio de defenderse de las adulaciones que hacer comprender a los hombres que no te ofenden si te dicen la verdad; pero cuando todo el mundo puede decírtela te falta el respeto. Un príncipe prudente se procura un tercer procedimiento: elige hombres sensatos y otorga solamente a ellos la libertad de decirle la verdad, y únicamente en aquellas cosas de las que les pregunta y no de ninguna otra.

Simular y disimular
Es necesario ser un gran simulador y disimulador: y los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes que el que engaña encontrará siempre quien se deje engañar. Cada uno ve lo que parece, pero pocos palpan lo que eres. La poca prudencia de los hombres impulsa a comenzar una cosa y, por las ventajas inmediatas que ella procura, no se percata del veneno que por debajo está escondido.

Cualidades del Príncipe
De ciertas cualidades que el príncipe pudiera tener, incluso me atreveré a decir que si se las tiene y se las observa siempre son perjudiciales, pero sí aparenta tenerlas son útiles; por ejemplo: parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto, y serlo, pero tener el ánimo predispuesto de tal manera que si es necesario no serlo, puedas y sepas adoptar la cualidad contraria.

Conclusiones


La obra de Nicolás Maquiavelo representa una interesante perspectiva para comprender la evolución social y política del mundo moderno surgida en el Renacimiento.

Desde el año 1513, fecha de su publicación hasta hoy, el impacto de ese tratado de política, El Príncipe ha suscitado las más complejas y atrevidas interpretaciones en los estudios sobre el fenómeno del poder y en los gobernantes mismos. ---

Maquiavelo no era un mal hombre, ni un asesino, ni un intrigante de sangre fría. Por lo contrario, era un ardiente partidario de las instituciones republicanas, que percibía más claramente que el resto de sus compatriotas.

Como ningún Estado podría prosperar donde la moral había fallado, como había ocurrido en Italia.

En lo personal me parece que Fue el implacable realismo de Maquiavelo lo que permitió diagnosticar precozmente el sentido del naciente orden europeo, establecer los fines ideológicos que convenían a la comunidad de la que formaba parte y señalar los medios eficaces para lograrlos a partir de las situaciones reales que predominaban en la Italia de si tiempo.

Bibliografía

CROSSMAN, R. H. S. Biografía del Estado moderno. México: Fondo de cultura económica, 1970.

HEERS, Jacques. La Corte de los Borgia. Vida y costumbres en la historia. Buenos Aires: Editorial Javier Vergara S. A., 1993.

ROMERO, José Luis. Maquiavelo historiador. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 1986

. El Príncipe no es una obra que se pueda incluir dentro de los géneros de la ficción, es un esfuerzo de comprensión histórica por parte de Maquiavelo sobre las realidades políticas de la Italia del siglo XV.

. Sostiene Pirenne que "durante el Renacimiento los hombres se liberaron de la opresión de grupo, la náutica revigorizó el comercio y las florecientes burguesías urbanas reivindicaron su emancipación económica-social, al borrar la noción de dependencia jerárquica, abrió el campo a la emancipación de la conciencia y reaparición del pensamiento. Así fue como se esbozó la era de la civilización occidental en la que la emancipación de la persona humana correspondía a la expansión de la economía urbana".

El historiador argentino José Luis Romero en su penetrante ensayo: "Maquiavelo Historiador", afirma que la mentalidad burguesa imaginó al hombre instalado de forma inevitable en la realidad sensible: "la criatura humana dejó de ser pensada como una abstracción para ser vista como una realidad de carne y hueso, como un microcosmos real anhelante de explayar su personalidad dual como un individuo que se realizaba en el mundo terreno. La nueva imagen del hombre fue también un derivado de la experiencia".

El ensayista inglés Quentin Skinner, autor del libro "Maquiavelo", y quien aporta novedosos datos sobre el desempeño de Maquiavelo como consejero de príncipes, afirma de los estadistas de este tiempo: "lo que todos ellos se negaban a reconocer era que habrían tenido mucho más éxito si hubieran intentado acomodar sus personalidades respectivas a las exigencias de los tiempos en lugar de querer reformar su tiempo según el molde de sus personalidades.

"La experiencia muestra que las ciudades jamás han crecido en poder o en riqueza excepto cuando han sido libres", dijo Maquiavelo. "El fin justifica los medios", no es una sentencia carente de moral y ética como han pretendido demostrar los críticos de Maquiavelo.

El interés de Maquiavelo se centra, a través de toda su obra, en la política como "arte de conquistar el poder ".

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