miércoles, 31 de agosto de 2011

ANÁLISIS DE LA OBRA "LA ILÍADA" Homero


1.    La Ilíada
UNIVERSIDAD DE PANAMÁ
Facultad de Medicina
Grandes Obras Literarias
3 de septiembre del 2002
Sobre el autor
Sólo fragmentos de dudosa veracidad existen sobre la vida del autor de La Iliada -y su secuela, como película gringa, conocida como La Odisea-, considerado como el padre de la literatura occidental: originario de Esmirna, población del Asia Menor, su nacimiento se ubica entre las precisas fechas del siglo XII y VII antes de Cristo. Se cree que era un rapsoda (entiéndase recitador de poemas ambulante) que, finalmen-te, pasó gran parte de su vida en la ciudad de Quíos, sin ver gran cosa de los lugares que recorriera ya que era ciego.
La iliada; Homero
Durante mucho tiempo se dudó de la paternidad de las obras de Homero, sobre todo porque al principio se transmitieron de boca en boca, seguramente con adiciones de la propia cosecha de los intermediarios, que desembocaron a la versión escrita que conocemos, originalmente en lengua jónico-eolia, que data de hace 2,600 años.
Mitología griega
Creencias y observancias rituales de los antiguos griegos, cuya civilización se fue configurando hacia el año 2000 a.C. Consiste principalmente en un cuerpo de diversas historias y leyendas sobre una gran variedad de dioses. La mitología griega se desarrolló plenamente alrededor del año 700 a.C. Por esa fecha aparecieron tres colecciones clásicas de mitos: la Teogonía del poeta Hesíodo y la Iliada y la Odisea del poeta Homero.


La mitología griega tiene varios rasgos distintivos. Los dioses griegos se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan también sentimientos humanos. A diferencia de otras religiones antiguas como el hinduismo o el judaísmo, la mitología griega no incluye revelaciones especiales o enseñanzas espirituales. Prácticas y creencias también varían ampliamente, sin una estructura formal — como una institución religiosa de gobierno — ni un código escrito, como un libro sagrado.

La estatua de Zeus que Fidias hizo para Olimpia hacia el 435 a.C., fue quizás la escultura más famosa de la antigüedad griega. La toga del dios y sus ornamentos fueron realizados en oro y la escultura se esculpió en marfil. Hoy día la estatua se conoce únicamente por los escritos que dejaron los contemporáneos de Fidias. Este grabado muestra una reconstrucción imaginaria de la estatua que medía 12 m de altura.
Probablemente la mitología griega se desarrolló a partir de las primitivas religiones de los habitantes de Creta, una isla en el mar Egeo donde surgió la primera civilización de la zona alrededor del año 3000 a.C. Creían que todos los objetos naturales tenían espíritus y que ciertos objetos, o fetiches, tenían poderes mágicos especiales. Con el tiempo, estas creencias se desarrollaron a través de una serie de leyendas que abarcaban objetos naturales, animales y dioses con forma humana. Algunas de ellas sobrevivieron como parte de la mitología clásica griega.
Los antiguos griegos ofrecían algunas explicaciones del desarrollo de su mitología. En la Historia sagrada, Euhemero, un mitógrafo que vivió hacia el año 300 a.C., registra la difundida creencia de que los mitos eran distorsiones de la historia y que los dioses eran héroes a los que se había glorificado con el tiempo. En el siglo V a.C., el filósofo Pródico de Ceos enseñaba que los dioses eran personificaciones de fenómenos naturales, tales como el sol, la luna, los vientos y el agua. Herodoto, un historiador griego que también vivió en el siglo V a.C., creía que muchos rituales griegos procedían de Egipto.
Cuando la civilización griega se desarrolló, especialmente durante el periodo helenístico, en torno al 323 a.C., la mitología ya había evolucionado. Nuevas filosofías y la influencia de las civilizaciones vecinas produjeron una gradual modificación en sus creencias. Sin embargo, las características esenciales de los dioses griegos y sus leyendas permanecieron inmutables.
Género de la obra
Épica o Epopeya, género poético que se caracteriza por la majestuosidad de su tono y su estilo. Relata sucesos legendarios o históricos de importancia nacional o universal. Por lo general se centra en un individuo, lo que confiere unidad a la composición. A menudo introduce la presencia de fuerzas sobrenaturales que configuran la acción, y son frecuentes en ella las descripciones de batallas y otras modalidades de combate físico. Las principales características del género son la invocación de las musas, la afirmación formal del tema, la participación de un gran número de personajes y la abundancia de parlamentos en un lenguaje elevado. En ocasiones ofrece detalles de la vida cotidiana, pero siempre como telón de fondo de la historia y en el mismo tono elevado del resto del poema.
Los griegos distinguieron entre poesía épica y poesía lírica, dos géneros claramente diferenciados tanto por su naturaleza como por sus modos de difusión. La poesía lírica expresa ante todo emociones personales y estaba hecha para ser cantada, mientras que la poesía épica se recitaba.

Los poemas épicos no son historias más o menos divertidas de héroes reales o legendarios; compendian y expresan el carácter o los ideales de todo un pueblo en un periodo significativo o crucial de su historia. Los más antiguos exponentes del género son la Iliada y la Odisea del poeta griego Homero. Las características que definen al héroe de un poema épico son más nacionales que individuales y la manifestación de estos rasgos en sus hazañas heroicas se propone satisfacer el orgullo nacional.
Probablemente la mitología griega se desarrolló a partir de las primitivas religiones de los habitantes de Creta, una isla en el mar Egeo donde surgió la primera civilización de la zona alrededor del año 3000 a.C. Creían que todos los objetos naturales tenían espíritus y que ciertos objetos, o fetiches, tenían poderes mágicos especiales. Con el tiempo, estas creencias se desarrollaron a través de una serie de leyendas que abarcaban objetos naturales, animales y dioses con forma humana. Algunas de ellas sobrevivieron como parte de la mitología clásica griega.
Los antiguos griegos ofrecían algunas explicaciones del desarrollo de su mitología. En la Historia sagrada, Euhemero, un mitógrafo que vivió hacia el año 300 a.C., registra la difundida creencia de que los mitos eran distorsiones de la historia y que los dioses eran héroes a los que se había glorificado con el tiempo. En el siglo V a.C., el filósofo Pródico de Ceos enseñaba que los dioses eran personificaciones de fenómenos naturales, tales como el sol, la luna, los vientos y el agua. Herodoto, un historiador griego que también vivió en el siglo V a.C., creía que muchos rituales griegos procedían de Egipto.
Cuando la civilización griega se desarrolló, especialmente durante el periodo helenístico, en torno al 323 a.C., la mitología ya había evolucionado. Nuevas filosofías y la influencia de las civilizaciones vecinas produjeron una gradual modificación en sus creencias. Sin embargo, las características esenciales de los dioses griegos y sus leyendas permanecieron inmutables.
ÉPICA
Ambas epopeyas están escritas en un verso formal y elevado, en un lenguaje jamás empleado en la lengua normal; su métrica es el hexámetro dactílico (véase Versificación). Es imposible establecer una distinción entre estas dos obras en el aspecto estilístico. Sin embargo, resulta fácil comprender por qué, desde la antigüedad, muchos lectores las han atribuido a dos autores diferentes. La Iliada habla de las pasiones y plantea dilemas imposibles de resolver. No hay en ella auténticos villanos; Aquiles, Agamenón, Príamo y los demás personajes son víctimas de un universo trágico y cruel. En la Odisea, por el contrario, el mal es derrotado, triunfa la justicia y la familia, tristemente separada, se reúne de nuevo. La astucia, particularmente la de Odiseo, actúa como fuerza motriz a través de todo el relato.
Por todo lo dicho, no resulta ocioso tener en cuenta que a lo largo de los tiempos se introdujeron grandes variaciones a los poemas originales homéricos, tanto de forma como de fondo, para hacerlos comprensibles a sus sucesivos lectores en función de las costumbres al uso o para enriquecerlos con informaciones y conocimientos posteriores a la época de Homero, aportadas por sucesivos autores posteriores. Por ejemplo, el rito de incinerar los cadáveres no se implantó en Grecia hasta el año 464 a., según Herodoto. Sin embargo, en los textos de las versiones conocidas de la Iliada esta costumbre funeraria es aplicada durante las honras fúnebres de los héroes caídos en combate unos ochocientos años antes. Asimismo, dependiendo de que la adaptación de la obra fuera realizada por griegos o romanos, las deidades toman su nombre mítico del griego o de su versión en latín. Nosotros hemos elegido nombrar los dioses según la mitología griega, indicando también su denominación romana. Desde su redacción original, la Iliada y, también, la Odisea, han conocido un sinnúmero de ediciones hasta nuestros días que fueron objeto de deseada lectura por más de 100 generaciones. Todo un éxito editorial.
Procuraremos, al final de estos textos y a modo de epílogo, ofreceros un diálogo entre sus autores y auténticos coprotagonistas de la Guerra de Troya: Aquiles y Diomedes.
La Iliada comienza con el grande cabreo de Aquiles, porque Agamenón, rey de los aqueos y jefe de la expedición griega contra Troya, se ha empeñado en quedarse con su esclava favorita, Briseida. En señal de protesta, Aquiles, con su ejército de mirmidones, decide mantenerse al margen de la batalla, en su campamento, junto a las naves griegas atracadas en las playas del Estrecho de los Dardanelos, cercano a Troya. (El Estrecho de los Dardanelos, Helesponto, es la franja marina que une el Mar Egeo con el Mar de Mármara; así como el Mar de Mármara se comunica con el Mar Negro, por el Estrecho del Bósforo). Esta decisión supone un grave perjuicio para los aqueos (nombre genérico dado a los griegos de la época micénica) que son diezmados por los defensores de Ilión, la acosada ciudad troyana donde residía el rey Príamo, padre de Héctor y de Paris (Alejandro), el raptor de Helena, esposa de Menelao, el hermano de Agamenón.
Los pocos días de batallas del décimo año de la guerra contra Troya que abarca el poema de la Iliada, van transcurriendo con suerte alternativa para ambos ejércitos. Los aqueos tratan en varias ocasiones de conseguir que Aquiles abandone su pasividad y les ayude a conseguir la victoria, pero él se mantiene en sus trece hasta que su amado primo y ayudante, Patroclo, es muerto por Héctor, el líder troyano.
Los dioses, divididos en dos bandos y, en continuo ir venir del Olimpo, contemplaban la batalla desde el Monte Ida, situado a unos setenta kilómetros de Ilión, e intervenían en ella de forma encubierta encarnándose en héroes de apariencia humana. Unos apoyaban a los griegos y otros a los troyanos. Zeus actuaba de árbitro, tomando decisiones en favor de uno u otro bando según consideraba que debía equilibrar la marcha de la batalla. Apolo fue el dios que más se significó en el apoyo a los troyanos, no en balde la leyenda le atribuye la fundación de Troya.
Los ejércitos griego y troyano preparan la guerra de Troya (siglo XII a.C.), la más célebre de la mitología occidental. Al mismo tiempo, los dioses se reúnen para discutir sobre el destino de los seres humanos y decidir si les permiten arreglar sus disputas de un modo pacífico o bien activan las fuerzas que acabarán con la destrucción de los dos bandos y, con ello, de toda la civilización. Atribuido al escritor clásico griego Homero, la Iliada data del siglo IX a.C.
Troya
Troya o Ilión, también llamada Pérgamo en la antigüedad, era la capital de Troade, región de Asia Menor, situada cerca del Bósforo. Fundada por los pelasgos hacia el 1500 a., o por Dardano, o Tros, su nieto, su historia se confunde con las épocas mitológicas griegas. Los trabajos arqueológicos realizados por Heinrich Schliemann (1822-1880), un judío, deslumbrado desde su infancia por la lectura de la Iliada, revelaron el emplazamiento de la ciudad de Ilión en la colina de Hissarlik de la actual Turquía. Allí se descubrieron importantes tesoros que fueron sacados con sigilo del lugar. Hasta entonces Ilión y la Iliada fueron consideradas, durante milenios, pura imaginación de Homero y de los cantos de otros bardos en los que éste se inspiró.
Los numerosos niveles que distinguieron los arqueólogos, en el mismo lugar, correspondieron a destrucciones y refundaciones sucesivas de la ciudad sobre el mismo asentamiento, algunas de ellas fueron recogidas por la mitología: después de la construcción de las murallas atribuida a Poseidón y Apolo, fue saqueada por Hércules bajo el reinado de Laomedonte, que murió con casi todos sus hijos, ya que solo sobrevivió Príamo. La guerra de Troya debió comenzar hacia el 1220 a.C. y la ciudad cayó en el 1209 a.C. El geógrafo griego Eratóstenes fechó la guerra de Troya entre el 1194 y el 1184. Arqueólogos modernos la fecharon con anterioridad, entre el 1570 y el 1200 a., en la Edad del Bronce o micénico reciente, ya que el hierro solo era empleado como artículo ornamental por los protagonistas de epopeya homérica.
Grecia es madre de todas las culturas occidentales, de ella derivan la Romana y todas las que le suceden. Grecia fue muy rica en cultura, recordemos que fue cuna de muchos de los más grandes filósofos, poetas, matemáticos, artistas de la humanidad. Esto se debe a la incesante búsqueda del ideal humano, de la perfección; una perfección que tiene mucho que ver con la estética y con los cánones de belleza de la cultura; esta perfección la buscan dentro de sí a través de la poesía, la filosofía y el arte, por lo que estas cobran mucha fuerza. Hacia el siglo XI a.C. la ciudad de Troya, capital de Asia menor, fue asediada y hubo una guerra en torno a ella que culminó con su saqueo. Las tradiciones griegas cuentan de esta guerra y de sus proporciones, estas tradiciones llegaron a manos de un poeta (Homero) de incierta existencia que le dio forma definitiva a un poema que cuenta de sus innumerables héroes sus hazañas y sus disensiones. Esta es la obra que habría de convertirse en uno de los más grandes clásicos, ya que ha perdurado ya más de tres mil años.
Antigua Grecia
La antigua Grecia, poblada por distintos grupos étnicos, estaba formada por diversas ciudades-estado independientes. Los estados vecinos firmaban ocasionales alianzas, como la formada para crear una fuerza defensiva común bajo el liderazgo de Esparta, durante la invasión persa de Grecia en el año 480 a.C. Las ciudades-estado también lucharon entre sí, como fue el caso de la guerra del Peloponeso desde el 431 a.C. hasta el 404 a.C. entre Esparta y Atenas. Este mapa muestra las principales divisiones étnicas de la antigua Grecia y destaca las principales ciudades en cada región.
El Rapto de Helena fue el pretexto para desencadenar la guerra de Troya, aunque los verdaderos motivos debieron ser otros, ya que los estados griegos fueron presionados desde el norte, por pueblos que ya dominaban las armas de hierro y que penetraron en Grecia durante los últimos siglos del segundo milenio anterior a nuestra era (a., o a.C., o ane.). Muchos reinos griegos debieron verse impulsados a buscar nuevos horizontes y atacaron Troya para hacerse con las rutas comerciales que los troyanos controlaban por su control del Estrecho de los Dardanelos y de las costas de Asia Menor. La coalición de las tribus griegas contra los "bárbaros" asiáticos contó con un ejército de unos cien mil hombres bajo el mando de Agamenón, rey de Argos, el más destacado reino de Grecia, al que acompañaron: su hermano Menelao, rey de Esparta; Nestor, rey de Pilos; Aquiles, rey de Ftía (Tesalia), país de los mirmidones; Ulises, rey de Itaca y otros reyes y héroes como Diomedes, Ayax, Idomeneo, Filoctetes, etc. La ciudad cayó y fue incendiada, después de 10 años de asedio, y los supervivientes fueron exterminados o reducidos a esclavitud y deportados. El único héroe que se salvó fue Eneas, protagonista de la "Eneida" de Virgilio, quien erró largo tiempo antes de establecerse en Italia y fundar una estirpe en la que Roma quiso hallar sus remotos y legendarios orígenes.
Guerra de Troya
En la mitología griega, guerra librada por los griegos contra la ciudad de Troya. Se cree que la leyenda se basa en hechos verídicos, episodios de una guerra real entre los griegos del último periodo micénico y los habitantes de Tróade, en Anatolia, parte de la actual Turquía. Modernas excavaciones arqueológicas han revelado que Troya fue destruida por el fuego a principios del siglo XII a.C., tradicional fecha de la guerra, y que ésta pudo haber estallado o bien por el deseo de saquear esa rica ciudad o por poner fin al control comercial que Troya ejercía sobre Dardanelos.
Relatos legendarios de la guerra remontan su origen a una manzana de oro, dedicada a “la más bella”, que lanzó Eris, diosa de la discordia, entre los invitados celestiales a las bodas de Peleo, soberano de los mirmidones, y Tetis, una de las nereidas. La entrega de la manzana a Afrodita, diosa del amor, por parte de Paris, hijo de Príamo, rey de Troya, aseguró a Paris el favor de la diosa y el amor de la hermosa Helena, mujer de Menelao, rey de Esparta. Helena se fue con Paris a Troya y como consecuencia se organizó una expedición de castigo, al mando de Agamenón, rey de Micenas, para vengar la afrenta hecha a Menelao. El ejército de Agamenón incluía a muchos héroes griegos famosos, como Aquiles, Patroclo, Áyax, hijo de Telamón y Áyax, hijo de Oileo, Teucro, Néstor, Odiseo y Diomedes.
Como los troyanos se negaron a devolver a Helena a Menelao, los guerreros griegos se reunieron en la bahía de Áulide y avanzaron hacia Troya en mil naves. El sitio duró diez años y los nueve primeros transcurrieron sin mayores incidentes. En el décimo año, Aquiles se retiró de la batalla por un altercado que tuvo con Agamenón; la acción de Aquiles proporcionó a Homero el tema de la Iliada. Para vengar la muerte de su amigo Patroclo, Aquiles retomó la lucha y mató a Héctor, el principal guerrero troyano. Otros hechos, que aparecen narrados en poemas épicos posteriores, abarcan la victoria de Aquiles sobre Pentesilea, reina de las Amazonas, y Memnón, rey de Etiopía, y la muerte de Aquiles en manos de Paris.
La ciudad de Troya fue tomada finalmente gracias a una traición. Un grupo de guerreros griegos consiguió entrar en la ciudad ocultándose en el interior de un gran caballo de madera (véase Caballo de Troya). A continuación los griegos saquearon y quemaron la ciudad. Sólo escaparon unos pocos troyanos, el más famoso de ellos Eneas, quien condujo a los demás sobrevivientes hacia la actual Italia. Virgilio ha contado esta historia en la Eneida.
El retorno de los guerreros griegos a Grecia también inspiró muchos poemas épicos. El más famoso de ellos es el de Odiseo, que regresa a Ítaca después de diez años de difícil travesía, tal como lo elabora poéticamente Homero en la Odisea.
Pasiones divinas y mortales: la trama
Históricamente, La Iliada aborda la guerra que culminó, luego de una década de du-ración, con la conquista y destrucción de la ciudad de Troya -también conocida co-mo Ilión, de ahí el nombre de la obra, ubicada en Asia Menor- a manos de las tro-pas griegas en, otra vez probablemente, el siglo XIII a. de C.
Escrita en forma de un extenso poema épico -15,674 versos hexámetros (una de las métricas clásicas de la poesía) agrupados en 24 rapsodias-, aborda la cólera del susceptible Aquiles, máximo héroe del ejército griego, durante el conflicto motivado por el rapto de Helena, que según cuentan, era hija del propio dios Zeus, esposa de Menelao, rey de Lacedemonia y estaba buenísima, a manos de Paris, hermano de Héctor, a su vez el principal héroe de los troyanos.
En cierto momento, Aquiles se retira de la contienda, luego de reñir con Agamenón, hermano de Menelao y rey de Argos y Micenas, quien también le agandallará una hermosa esclava al héroe griego, negándose a devolverla pese a sus airados y com-prensibles reclamos.
Estas divisiones no sólo ocurren en las tropas griegas, sino entre los propios dioses del Olimpo quienes, además de observar la contienda desde el cielo, frecuentemente se dan sus escapadas abajo para apoyar a su bando favorito.
Furiosas batallas se suceden al pie de las fortificaciones de los troyanos, quienes lo-gran hacer retroceder a sus enemigos hasta sus propias embarcaciones, amenazan-do con incendiarlas, mientras Aquiles permanece inactivo en su campamento al que llega su amigo Patroclo a suplicarle retornar a la lucha; ante su negativa, le pide prestada su armadura, con la que retornará a la pelea con la intención de engañar al enemigo, haciéndole creer que es su propio dueño quien combate.
La treta surte efecto y los troyanos regresan a refugiarse tras las murallas de su ciu-dad, pero la confianza de Patroclo lo hace alejarse demasiado de sus compañeros para terminar muerto por la espada de Héctor, quien para mayor humillación despoja el cuerpo de sus pertenencias.
Aquiles llora desconsoladamente la suerte de su amigo, la que lo decide regresar a la lucha para vengarlo, con nuevas armas y armadura proporcionadas por Hefesto, el herrero del mismísimo Olimpo. Se reanudan las hostilidades con mayor violencia en-tre hombres y dioses, quienes bajan a incorporarse a la lucha.
Finalmente, los troyanos vuelven a encerrarse dentro de su ciudad, con excepción de Héctor quien, envalentonado, pretende enfrentar a Aquiles, pero al encontrarse ante éste, prudentemente cambia de opinión y pone pies en polvorosa.
Al encontrar cerradas las puertas de su ciudad, empieza a correr alrededor de sus murallas perseguido por el héroe griego. Ambos finalmente se enfrentan y Aquiles le da cuello al escurridizo troyano, cuyo cadáver amarra un carro para arrastrarlo de regreso a su campamento, donde organiza unos fastuosos funerales para su vengado amigo Patroclo.
El propio Priamo, rey de Troya y padre de Héctor, acude a rogar la devolución de los restos de su hijo; Aquiles, quien finalmente también tiene su corazoncito, lo acom-paña en su llanto antes de ordenar le entreguen el cadáver, el cual también es obje-to de honras fúnebres acordes a su investidura.
Aquiles
Fue hijo de la diosa Tetis y del mortal Peleo, rey de los mirmidones, un pueblo situado en la Tesalia meridional. Eran descendientes del rey Mirmidas, cuya hija fue seducida por Zeus que para la conquista de la bella princesa se metamorfoseó en una hormiga. Según el historiador Estrabón los mirmidones se dieron ese nombre porque sus tierras eran ingratas y eso les suponía, para poder labrar los campos, tener que retirar muchos pedruscos, para lo que formaban largas cadenas humanas, como hacen las hormigas. Cuando Tetis alumbró al niño, le llamo Aquiles que quiere decir "sin labios" ya que al principio no quería mamar la leche de sus pechos (curioso, dado el nombre materno). Tetis le quiso hacer invulnerable y, para ello, le sumergió en lago Estigia sujetándole por los talones que, de esta forma, quedaron secos y vulnerables. También se atribuía su invulnerabilidad a que Tetis cauterizó su cuerpo y lo cubrió de Ambrosía, el néctar de los dioses. Pero Peleo arrancó con violencia al niño de sus manos y, éste, quedó con un talón carbonizado, que Peleo sustituyó por la taba del gigante Damiso, célebre por su velocidad en la carrera. De ahí que se le nombrara como "el de los pies ligeros". También se le llamaba "el de la dorada cabellera", "el más valiente de los griegos", "Pelida", hijo de Peleo, etc. El niño fue confiado al centauro Quirón, quien le alimentó con fieros jabalíes, entrañas de león y médula de oso para aumentar su valentía; además, le enseñó el tiro con arco, el arte de la elocuencia y la curación de las heridas. La musa Caliope le enseñó el canto, y el profeta Calcante predijo que se le daría a escoger entre una vida corta y gloriosa o larga en años y anodina. El héroe escogió la primera y cobró fama por sus azañas y grandes aventuras, siendo, las últimas, las narradas en la Iliada.
Tesis
“Aquiles representa en el poema los valores, cánones estéticos e ideales griegos.”
Argumento de la Obra
Según el poema la guerra de Troya se origina por la afrenta hecha por Paris a Menelao cuando le roba a Helena, su esposa; y los aqueos van a Troya, para vengar a este último. Defendía a Troya el bravo Priamida Héctor, hijo de Príamo, rey de los troyanos.
El poema comienza cuando Crises, sacerdote grato a Apolo, va a reclamar a su hija con el infinito precio de su rescate a quien retenía el Atreida Agamenón; pero este no accede y le insulta, así pide Crises a Apolo que asole con males a sus enemigos y éste infunde una mortífera peste en el ejército aqueo. Luego de unos días el Peleida Aquiles junto a al adivinador Calcas aconsejan a Agamenón que devuelva al anciano su hija sin rescate alguno para calmar al dios Apolo, este accede de mala gana quitándole a Aquiles la virgen Briseida; así se origina la disensión entre Agamenón y Aquiles que habría de colmar de males a los aqueos todos. El divino Aquiles se niega a combatir contra Troya y ruega a su madre, la inmortal Tetis, otrora mujer de Zeus, que obre para desfavorecer en el combate a los aqueos y se disculpe el Atreida ante él para convencerlo a que luche. Ruega Tetis al Crónida Zeus que acceda a sus deseos y este accede.
Así Zeus comienza a obrar en contra de los aqueos, engañando a Agamenón a través de un sueño en el que le asegura la victoria, entonces Agamenón se apresta a atacar con todas sus fuerzas.
Una vez enfrentados los ejércitos, reta Paris a muerte a quien se considere el más bravo de los aqueos, de entre todos ellos se ofrece Menelao, se acuerdan promesas inviolables de que si triunfaba Paris este se quedaba con Helena y con sus riquezas, de lo contrario los troyanos devolvían a Helena y pagaban altas indemnizaciones de guerra. Pero una vez que Paris estaba a punto de perder la contienda, es secuestrado por Afrodita. Luego con debido derecho exigen los aqueos el premio de la batalla que había sido de Menelao, pero no hubo acuerdo. Pero seducido Zeus por su envidiosa esposa Hera manda a Atenea a socorrer a los aqueos. Luego los pactos se rompen provocando un desconcierto entre los aqueos, que los troyanos aprovechan para avanzar. Pero Agamenón se apresta para rechazar el avance y lo logra con ayuda de Diomedes protegido por Atenea que no solo hiere a los troyanos sino que incluso hiere a Afrodita y a Ares, quienes ayudaban a los troyanos. Luego de haber alejado a Ares del combate, vuelve Atenea también.
Así quedaron sin el amparo de los dioses aqueos y troyanos pero no menos encarnizada se volvió la batalla. Luego de mucho batallar se siembra el campo de cadáveres y ofrece Paris devolver las riquezas de Helena pero no a la princesa, una vez más no hay acuerdo.
Luego prohíbe Zeus que los dioses se pongan de uno u otro lado en la batalla y se apresta en el monte Ida a ayudar al avance troyano, pero al ver Hera y Atenea que aqueos perecen en la lucha tratan de ayudarlos pero no lo consiguen ya que Zeus las aplaca.
Luego llegó la noche y se suspendió la batalla hasta el otro día. En vista del avance troyano el Atreida envía una embajada compuesta por el héroe Ulises y otros más para tratar de aplacar a al divino Aquiles y de que se una a la lucha contra troyanos, les atienden amistosamente, pero nada obtienen del orgulloso héroe.
Antes del alba Agamenón despierta inquieto y convoca a un consejo en el cual deciden mandar espías al campo enemigo; se ofrecen Diomedes y Ulises y en su camino encuentran a Dolón espía enemigo, a quien le arrancan valiosa información de refuerzos enemigos, luego se infiltran entre los tracios de los cuales degüellan a trece incluyendo al rey y roban sus caballos, con los cuales vuelven llenos de gloria entre los aqueos.
Al amanecer Agamenón se lanza con sus hombres nuevamente a la lucha, pero Héctor es advertido por Zeus para que no se le oponga al Atreida y espere a que éste salga herido del campo de batalla. Ulises está a punto de sucumbir, pero le socorren Ayax y Menelao; pero los principales héroes aqueos son heridos por los troyanos ayudados por Zeus, entre ellos Agamenón, Ulises, Eurípilo, Diomedes, Macaón. El orgulloso Aquiles contemplaba desde su alta nave sin entrar en combate a pesar de los consejos de Patroclo, su más preciado amigo.
Luego de mucho luchar logran los troyanos avanzar hasta las murallas que protegían a las naves aqueas, desde donde se defienden desesperadamente los argivos. Pero Héctor al ver la sólida defensa de los aqueos decide dividir a su ejército en cinco falanges, con las cuales los asediaron por todas partes. Finalmente el mismo Héctor logra derribar una de las puertas del muro y les persigue hasta sus naves.
Pero Poseidón apiadado de los aqueos les ayuda tomando la apariencia del adivinador Calcas, infundiéndoles valor, así resisten, mientras que en el Olimpo Hera tiende una trampa a Zeus seduciéndole y sumiéndole en un sueño con la ayuda del dios del sueño para así ayudar a Poseidón.
Sin la ayuda de Zeus, Héctor es derribado por una piedra lanzada por Ayax y luego de mucho defenderse los aqueos con ayuda de Poseidón logran rechazar a los troyanos que huyen. Pero luego Zeus despierta y se da cuanta del engaño, reprende duramente a Hera y obliga a Poseidón a alejarse de la batalla.
Luego Héctor se recobra reincorporándose al combate. Nuevamente cambia el curso de la batalla y ésta se transforma en una lucha por el dominio de las naves en la que se enciende fuego a una de ellas. Entonces Patroclo conmovido logra que Aquiles le preste parte de sus tropas y sus propias y espléndidas armas. Así logra Patroclo salvar a los aqueos todos de su inminente ruina, pero paga éste su gran hazaña con su vida, ya que muerto por Héctor queda tendido en el campo de batalla, siendo su cuerpo defendido por los aqueos y codiciado como trofeo por los troyanos.
Finalmente logran salvarle los Ayaces junto con otros héroes aqueos y al saber de su muerte, Aquiles es agobiado por el sufrimiento y sus deseos de combatir para vengar a su amigo se vuelven incontenibles; pero su madre inmortal, Tetis le obliga a no luchar hasta que haya vuelto ella con magníficas armas forjadas por el dios Hefesto, ya que sus armas las lucía ahora el Priamida Héctor. Sin embargo sólo al presentarse enfrente de los troyanos les infundió infinito temor.
Al día siguiente Aquiles recibe las espléndidas armas de su madre y se prepara para la batalla, aunque no toma alimento alguno en señal de duelo. Zeus conmovido envía a Atenea a consolarle y a ayudarle en la batalla en la que los aqueos rechazan lejos de las naves a los troyanos y aliados. Zeus ordena que los dioses ayuden a quien les plazca y la batalla se vuelve más fiera que nunca.
Cuando los troyanos llegan a río Xanto los aqueos les persiguen, sobretodo Aquiles, efectuándose una matanza en sus aguas. Ahí Aquiles captura a 12 niños troyanos que habrían de arder en la pira de Patroclo y mató a uno de los hijos de Príamo. Ante tanta matanza el dios del río Xanto se subleva y trata de ahogar a Aquiles, pero Zeus envía en su ayuda a Atenea y Poseidón y éste se salva, pero los troyanos ya se han refugiado tras las murallas de Troya. Entonces Aquiles corre hacia las murallas donde le espera Héctor para la lucha. A los pies de la ciudad luchan el Peleida Aquiles y el Priámida Héctor, quien es muerto y arrastrado por toda la llanura hacia las naves aqueas atado al carro de Aquiles. Los troyanos al verle se ven sumidos en la más grande desesperación.
Luego los aqueos lloraron a Patroclo sin siquiera desatar a sus caballos, Aquiles el primero, y Troya lloró por Héctor. Al otro día se preparó la pira de Patroclo en donde se quemaron también los mejores caballos y perros de Aquiles, junto con doce jóvenes troyanos capturados por Aquiles. La pira Arde un día y una noche y al amanecer la apagaron con el negro vino. Luego los huesos del héroe son depositados en una urna dorada, elevan su mausoleo y sus funerales son finalizados con espléndidos juegos en honor Patroclo.
Luego día tras día Aquiles arrastra el cuerpo de Héctor alrededor de la tumba de su compañero, pero no consigue corromperle ya que los dioses conservaban su cuerpo ya que éste había sido siempre grato a ellos y nunca había olvidado ofrecerles grandes holocaustos. Pero Zeus conmovido por el sufrimiento de Príamo gesta el rescate del cuerpo de Héctor, al cual Aquiles a pesar de todo accede gracias al consejo de su madre y a la compasión por el anciano Príamo. Una vez el cuerpo de Héctor en Troya se celebran sus funerales de forma muy parecida a los de Patroclo.
Análisis del contexto
-Histórico:
Con respecto a la historia, Troya o Ilios como se le llama en el poema, fue asediada hacia 1193-1183 por los griegos o aqueos como se les llama en el poema. Pero ¿cuáles fueron las verdaderas razones de la guerra? Muchas hipótesis se han desarrollado a partir de este misterio. A continuación voy a presentar una de las más aceptadas. La posición de Troya era una posición estratégicamente privilegiada para el comercio y controlaba todo el comercio sobre Dardanelos, ya que las caravanas que llegaban a la costa de Troya tenían dos posibilidades: La vía del mar por el Helesponto, lo que presentaba muchos riesgos, entre ellos las corrientes y los vientos del norte, o las rutas del interior. Esta ciudad tenía leyes que permitía el cobro de elevados peajes por el paso de las mercancías. Así la ciudad se hizo rica y codiciada presa para los conquistadores griegos. Esto es sólo una hipótesis y todas las posibles hipótesis que se puedan formular al respecto son sólo especulaciones.
Con respecto al tiempo en que se escribió la obra, es también muy incierto, debido a la incierta identidad del poeta Homero. Se especula que pudo haber vivido entre los siglos XII y VII a.C. y también se especula entre muchas ciudades que pueden haber sido su patria, entre ellas Esmirna, Chima, Salamina, Argos, Chíos, Cos, Colofón, Rodas, Pilos, Ios, Atenas y aún muchas más. La más aceptada es que nació en Chíos ya que en ese lugar hubo un grupo de poetas llamados Homéridas. Pero lo único que parece ser más certero es que los poemas fueron escritos en un período de paz que le hallan permitido al poeta ese gran trabajo junto con los otros poemas que constituyen el ciclo Troyano.
-Cultural, Filosófico y Religioso:
La cultura griega, más que cualquier otra cultura está muy ligada al ámbito religioso y mitológico de la misma, por lo que me resultaría muy difícil abordarlos por separado.
Lo que identificaba a cada lugar o ciudad griega con su cultura y la colocaba dentro de lo que es denominado el universo griego, son en conjunto todas las creencias, tradiciones, costumbres y rituales que éstas tenían en común.
La cultura y mitología griega se vino desarrollando y empezó a manifestarse a partir del año 2000 a.C. y alcanzó su apogeo alrededor del 700 a.C. Entre esos años aparecieron las más grandes obras clásicas: La Teogonía de Hesíodo, La Iliada y La Odisea de Homero.

En el ámbito religioso la cultura griega presenta varias particularidades. Por ejemplo los dioses de la mitología griega presentan muchas características humanas, entre ellas defectos en incluso son capaces de revelar sentimientos humanos como la envidia. A diferencia de otras religiones antiguas, como el judaísmo o el hinduismo, ésta no presenta ningún tipo de revelación especial o enseñanza espiritual. Por último la religión no presenta ninguna estructura formal como una institución religiosa, ni tampoco ningún código escrito, como un libro sagrado.
Los griegos creían que los dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada Tesalia, como su morada y residencia. En el Olimpo los dioses formaban una sociedad organizada en cuanto autoridad y poder.
Los principales dioses griegos o olímpicos son; Zeus, el dios supremo, padre de todos los dioses y de los hombres; Hera la reina de los cielos y guardiana de los matrimonios; Hefesto el dios del fuego y de los herreros; Atenea diosa de la sabiduría y de la guerra; Apolo dios de la luz de la poesía y de la música: Artémisa diosa de la fauna y de la luna; Ares dios de la guerra; Afrodita diosa del amor; además de Hestia, Hermes, Démeter y Poseidón.
Poseidón era el soberano del mar y, junto con su mujer Anfititre, guiaba a un grupo de dioses marinos menos importantes como las Nereidas y los Tritones.
Hedes regía sobre el submundo, donde poblaban los espíritus de los muertos y era un lugar oscuro y lúgubre, además vivía ahí su mujer Perséfone.
Dioniso era el dios del vino y del placer, uno de los dioses más populares a quien se rendían muchos festivales. Solía estar acompañado de dioses fantásticos que incluían sátiros, centauros y ninfas. Los sátiros eran criaturas con piernas de cabra y la parte superior del cuerpo era simiesca o humana. Los centauros tenían la cabeza y el torso de hombre y el resto del cuerpo de caballo. Las hermosas y encantadoras ninfas frecuentaban bosques y selvas.
La mitología griega hacía especial énfasis en el contraste existente entre la debilidad humana y los poderes aterradores de la naturaleza. Por lo tanto se podría decir que los griegos reconocían su absoluta dependencia en la voluntad de los dioses. Por lo general dioses y hombres se relacionaban de buena forma, pro los dioses aplicaban severos castigos a quienes se comportaran de manera inaceptable, como la soberbia, la extrema ambición e incluso la excesiva prosperidad.
En cada ciudad se la rendía culto a un dios particular o a un grupo de dioses y erguían templos para su culto. Generalmente se honraba a los dioses en festines donde los poetas recitaban o cantaban significativas leyendas.
También se les rendía culto en la vida cotidiana, a veces partes de las casas eran para honrar a un dios determinado. Por ejemplo en el patio se podía honrar a Zeus con un altar, en cambio a Hestia se le honraba dentro del hogar.
Aparte de las plegarias los griegos solían ofrecer sacrificios de animales domésticos a los dioses, generalmente cabras.
Se cree que la mitología griega tiene su origen en las religiones de los habitantes de Creta, que creían en que todos los objetos naturales tenían espíritu y que algunos, conocidos como fetiches, tenían poderes especiales.
Hacia los siglos V a III a.C. surgieron filósofos que trataban de dar explicaciones a la mitología griega. Euhemero creía que los mitos eran distorsiones de la historia y que los dioses eran héroes que con el tiempo se habían glorificado. Pródico creía que los dioses eran personificaciones de los fenómenos naturales tales como el sol, el viento, la luna y el agua. Herodoto, en cambio, creía que los rituales griegos procedían de Egipto.
Análisis literario demostrativo de la tesis
Para comenzar, Aquiles era hijo de la inmortal ninfa Tetis y del rey de los mirmidones y gran guerrero Peleo. Era él también un gran guerrero, el mejor de los aqueos que asedió a Ilios. Lo había sumergido su madre, Tetis, en la Éstige para hacerlo inmortal y las aguas lo hicieron invulnerable excepto en el tobillo por donde lo sostenía su madre.
Para demostrar mi tesis debo analizar cuáles son realmente los valores, cánones estéticos e ideales de la antigua Grecia. El concepto en común que se mueve en torno a la mitología, la poesía y el arte griego es la búsqueda de la perfección y la admiración por la belleza. Los cánones estéticos son tan perfectos y puros que han cambiado sociedades durante la historia.
En la poesía, por ejemplo, se busca glorificar a los héroes y a los principales personajes, exagerándoles ciertas características que los dotan de belleza, tales como la fortaleza, la valentía, y en el caso de Aquiles, la implacabilidad y su extremo orgullo. Tanto se exageran estas características que se compara a los héroes de a poesía con los guerreros contemporáneos a la obra de una manera en la que se busca un gran contraste idealizando a los héroes: “Y primero mató Ayax telamonieno a un compañero de Sarpedón, el magnánimo Epicleo. Y le golpeó con un enorme y rudo bloque de mármol que había dentro del muro, en la punta del baluarte, cerca de las almenas, y era tan grande, que a dos manos no podría levantar otro igual algún joven de los que en nuestros días viven. Ayax lo levantó en el aire, y extendiendo el brazo, rompió con la pesada masa el casco de cuatro conos y aplastó totalmente la cabeza del guerrero, que abatióse desde lo alto de la torre en la actitud de un nadador, y abandonó su osamenta el espíritu.”
También la poesía recurre al dramatismo, como el de la pérdida de tan espléndidos héroes y guerreros, como lo eran Patroclo y Héctor, lamentándose desmesuradamente los pueblos en sus funerales.
Todos estos rasgos se destacan en Aquiles más que en ningún otro personaje, ya sea en la misma batalla, en la que luchaba con infinito valor y no perdonaba la vida a oponente alguno, o en su disensión con Agamenón en la cual no se dejó aplacar con ningún soborno y sólo cambió su postura con la muerte de su amigo y compañero Patroclo por quien guardó duelo sin comer alimento alguno antes de vengarlo. Sin embargo se dejó aplacar por el Crónida Zeus y por el deseo de Príamo de recuperar el cuerpo de su hijo lo que demuestra también algo de su sabiduría, ya que de no haberlo hecho hubiera irritado a los dioses en su contra.
Conclusión
En definitiva Aquiles era en el poema la representación los ideales la manera en la que debería tratar de ser un hombre en esa época, ya que parecía tener todas las cualidades y características que se consideraban en ese entonces buenas o bellas. Todo esto respondía a los cánones de estética que a su vez respondían a una necesidad de auto-elogiarse del hombre. Hablamos sin embargo de una sociedad y una cultura antigua de la cual derivamos, por lo tanto tenemos tantas similitudes como diferencias y difícil sería determinar si nos sería posible comprender y responder a los mismos cánones de belleza y los mismos criterios bajo los cuales se mira la perfección. Pero sin duda existe algo de eso que ha perdurado dentro de nosotros mismos y hace que admiremos en parte lo que ellos admiraban y ha permitido que estas grandiosas obras perduren hasta nuestros tiempos.
La Ilíada aporta al lector una visión del ser humano desprovista de moralidad. Los héroes homéricos son valientes, pero también crueles, vengativos y codiciosos. Rinden culto a la amistad, la hospitalidad y al sacrificio por el amigo o el pariente, pero también son despiadados con el enemigo vencido, al que rara vez perdonan la vida. Y, por encima de todo, son juguetes en manos de los dioses, que deciden el destino de los mortales de acuerdo con sus propios intereses, en ocasiones tan poco edificantes como los de los hombres. Destaca también la extrema violencia del poema en el relato de los combates. Junto a esta precisa visión de las emociones humanas más solemnes, en la obra queda también espacio para lo entrañable, como la melancolía por la vida relajada y los seres queridos dejados atrás que traslucen los sitiadores, y el miedo y la tristeza de perderlo todo con que combaten los troyanos. Leer La Ilíada es posiblemente leer muchas cosas de nosotros mismos. Es entretenerse para evadirse de nuestro mundo pero, a la vez, una ocasión para preguntarnos si los seres humanos han cambiado a mejor, a peor, o no han cambiado en absoluto en lo que realmente importa. A lo largo de las veinticuatro rapsodias de esta famosísima obra se pueden apreciar muchos rasgos que de alguna manera se equiparan a las formas de vida actual o que ciertamente nos hacen reflexionar sobre nuestras acciones.
La Iliada, es un acertado retrato de la relación del poder con los simples y heróicos mortales y muestra las ya entonces necesarias e intuidas reglas que los humanos debían observar para evitar caer en desgracia o ganar el favor de los poderosos dioses. Esto permite establecer, miles de años después, curiosas comparaciones, con aquel mundo, que permiten demostrar, que aunque el hombre haya progresado, técnica o materialmente, apenas lo ha hecho su pensamiento, especialmente en todo lo que afecta a sus relaciones con los dioses y sus agentes o reflejos clónicos en la Tierra.
Podemos concluir pues:
  • La codicia es mala consejera en cualquier aspecto de la vida.
  • La justicia debe repartirse a todos por igual sea cual sea la condición de cada uno.
  • El amor como motor de las acciones de las personas.
  • Escuchar el consejo de los más ancianos de la comunidad es símbolo de inteligencia.
  • Afrontar la realidad tal como viene representa un signo de madurez en las personas que lo ejercen.
  • No fiarse de las apariencias.
  • La conveniencia de encontrar un punto en común y establecer un pacto a favor de las dos partes de un conflicto.
  • La lucha por conseguir todo lo que uno persigue.
Bibliografía
  • Enciclopedia Encarta 2001. Edición Básica, Microsoft.

  • Humbert, Juan. Mitología Griega y Romana. Editorial Gustavo Gili, S.A. España, 1972.

  • Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española. Décimo Novena Edición. Espasa-Calpe, S.A. España, 1970.

  • Walter, Joseph M. Historia de la Grecia Antigua. Ediciones y Distribuciones Mateos. Madrid, España. 1999.

  • Sitios web:
  • www.mundofree.com/diomedes/iliaquiles.htm

  • http://alpedretus.metropoliglobal.com/diosgrec.html

  • www.artehistoria.com

  • www.apocatastasis.com/mitologia-griega.htm

  • www.homero.com.mx


  • No hay comentarios:

    Publicar un comentario